

Desde una Isla del Sur
Leer al escritor y poeta Sergio Leclerc, es enfrentarse a nuestra conciencia.
De alguna manera, su prosa es solemne y trascendental, libre y visionaria, cuando recorre con su mirada los sueños, la naturaleza, al hombre y especialmente al amor.
Vale la pena escuchar o leer a este vate, que nos hace viajar por territorios de sueños y realidades donde muchas veces nos sorprenderá.
NICOLE FARGAS - PeriodÃsta

Penas del Alma
Sergio Leclerc Fritz
​
A veces me pregunto,
¿Por qué tengo penas que no conozco,
si este dÃa es hermoso, el mar es mas azul
y los pájaros trinan festejando la vida?
tengo penas no sabidas,
quizás por rÃos de ilusiones
que nunca llegaron al mar,
o de amores que se esfumaron en la soledad.
Tendo penas que no conozco,
tal vez de incomprensiones, desprecios,
injusticias, o traiciones.
O tal vez de heridas ya cerradas
que hoy vuelven a florecer,
o quizás es sólo la vida que se muestra
tal como es.
Más mi vida
sigue con una alegre sonrisa,
cual trágico Garrid.
Y muy dentro de mi ser
tengo penas que no conozco,
tengo penas que no quiero conocer.
Pueblo Ona
Sergio Leclerc Fritz
​
En los mares solos del sur olvidado,
veo fiordos, islas y ventisqueros
y al frÃo viento errante de la historia decir:
-"Sé del pueblo kaweskar,
que comprendÃa el lenguaje de los árboles,
de las nieves y las mareas del bravo mar"-.
Pueblo Kaweskar,
de manos puras y de ojos vacÃos,
de historia, de pensamientos, de futuro asesinado.
El ventisquero no te olvidará, ni el alma pura del puma,
ni las orcas, ni la lluvia.
Lluvia que lágrimas son,
de los que no pudieron nacer.
Y sé que tu espÃritu habita en flechas no lanzadas,
entre las nevadas montañas y el alma del mar.
Y el eco de los tristes lamentos de los extintos,
se oirá eternamente en la lejana Patagonia.
Y clamarán sus huesos,
como los truenos esparcidos en valles,
nieves y mares,
diciendo:
"hombre blanco, dónde está nuestro pueblo
y sólo el culpable silencio,
tristemente, como un eco responderá"-.
El Arriero
Sergio Leclerc Fritz
​
Voy con la tropa cruzando la cordillera
y mientras cabalgo muerdo con rabia
pedazos de charqui
y mi caballo, a veces tropieza sumido en la nieve
y en pedazos de piedras.
Sigo por entre montañas, quebradas y cerros,
muy a paso lento, pues apuro no tengo.
La soledad cabalga conmigo y yo sumido en mis penas,
mordiendo pedazos de recuerdos,
algo por nieves eternas, rÃos y ventisqueros
y siempre la tropa adelante.
Y yo, callado, triste, ausente,
sin querer llegar a la querencia
porque cuando a ella llego, mi alma se queda aquÃ,
siempre sola en la cordillera.
Es que tengo alma de nieve y corazón de soledad perpetua
y mis ojos son como rocas,
donde aveces brotan claras vertientes.
Y al llegar la noche, entre las nubes de tromenta,
algún lucero distante, donde quieta se queda la vida,
entre las cumbres nevadas y mi alma triste,
en medio de la soledad de la frÃa cordillera.
Cuántos arrieros hay en la vida sin fe,
desamparados,
solo encontrando un refugio muy dentro de sus almas,
solos,
como en la frÃa cordillera.

¿Quién mueve las olas?
Sergio Leclerc Fritz
​
Que misteriosas fuerzas
mueven las olas
en las noches de tormenta
Acaso son las almas
de los náufragos
o tal ves es el viento
tu podrÃas decirme
que es el viento
pero es como si me digieras
que los pájaros vuelan
solo porque existe el cielo
Aunque creo que las olas
las mueven las sirenas
o los tritones en busca
del amor de ellas
Aunque más que las sirenas
creo que son los sueños
de los poetas
los que mueven las espumosas
olas
en las noches de tormenta.
Mariposa Nocturna
Sergio Leclerc Fritz
​
Mariposa nocturna,
que le mientes al amor
mariposa
de amor comprado,
Dime, ¿Cuál es tu destino
si le mientes a tu vida
si le mientes a tu ser?,
Mariposas de besos comprados
que revoleteas encandilada
por un farol .
¿Cuál es tu mañana
mariposa de doradas alas,
más allá de las tormentosas noches
más haya iluso farol?.
Farol, que algún dÃa
encenderá tus alas,
de policromada mariposa
que quiso volar hacÃa el sol,
Deshaciendo tus alas
en luminosos destellos
y descubriendo el velo
de la triste verdad de tu triste vida.
Mariposa nocturna
abandona tus doradas alas,
aléjate del traicionero e iluso
farol.
Manifiesto del Poeta
Manifiesto de las manos libres
Sergio Leclerc Fritz
​
Poetas no escuchéis a los frÃos crÃticos
ni a los que quisieran manipularte.
que el reino de los sueños, es tuyo.
Y solo tu sentirás la creadora lluvia
y sentirás el sabor del buen pan
echo por tus manos
fruto del dorado trigo de la creación.
Y no escuchéis
a los que creyéndose sabios
extraviaran tu camino
al querer manejar tu alma.
Y llénate de amaneceres brillantes
de la nueva, aurora y de la mágica brisa
que invade tu ser.
Poeta eres libre
y te respaldan los poemas nunca escritos
la novia abandonada
el sendero de los sueños
y los inmensos territorios no conocidos.
Poeta, tus manos
son la continuación de tu espÃritu
escribiendo poemas a la vida.
Tu alma reluciente de libertad
convertida en poemas.
Pueblo Ona
Sergio Leclerc Fritz
​
En los mares solos del sur olvidado
veo fiordos
islas y ventisqueros
y al frió viento, errante de la historia decir
se de el pueblo kaweskar
que comprendÃa
el lenguaje de los árboles
de las nieves y de las mareas del mar
pueblo kaweskar
de manos linpias y de ojos vacÃos,
de historia de pensamientos
y de futuro Acecinado
El ventisquero
no te olvidara
ni el alma pura del puma
ni las horcas ni la lluvia
lluvia
que las lagrimas son
de los que no pudieron nacer
y se que tu espÃritu habita
en flechas no lanzadas
entre las nevadas montañas
y el espÃritu del mar
y el eco de los tristes lamentos
de los extinguidos,
se oirá eternamente
en la lejana Patagónia
Y clamaran sus huesos en como los trueno
esparcido en valles nieves y mares
Diciendo
¡hombre blanco!
donde esta nuestros pueblos
y solo el culpable silencio
tristemente
como un eco responderá.
Viejo Campesino
Sergio Leclerc Fritz
​
Como la corteza de los sauces
son tus manos
Y tus ojos negros tordos
de mirada esfumada
Viejo campesino de figura pesada
Lenta ya cansada
Con alma e greda
y tierra fecunda
Y la sabiduria del hombre
de campo
Tu lento caminar se confunde
Con los maizales
Y tus pies
con los surcos y el barro
Y as dorado los montes
Con el sagrado trigo
Y tus manos fecunda
Han florecido
En forma de uvas guindas
y duraznos
Tal vez no reconozcan
El trabajo de tus manos
Por que la vida a ocultado
La conciencia de tus milagros
Y acaricio tus manos
Como corteza de los sauces
Viejo inquilino
El de las manos de trabajo
El de los ojos de tordo
El que ha dorado los montes
El que se confunde
Con los surcos y el barro
Viejo abuelo, de cabellos plateados
Todo un hombre
Emblema de de nuestros campos.
Temporal
Sergio Leclerc Fritz
​
Desde mi frió balcón miro el mar rugiente,
Y la espuma blanca cubrir las rocas furiosamente
Todo es poder y belleza, en la furia de la naturaleza,
Y danzan con el viento, Grandes olas de excelsa belleza,
Cerca de mi balcón, una gaviota
lucha contra el viento peregrino,
un poco mas aya, aferrado a una roca, un lobo marino
Siento a la tormenta decir este es mi reino,
y frente el volcán Chaiten furioso,
dan a la tormenta un marco maravilloso,
Agudizo mis ojos, y a lo lejos unas velas blancas
Como un despojo,
el frÃo mar cubre el blanco velero,
y las olas besan la playa con un beso certero.
Soledad de Arena
Sergio Leclerc Fritz
​
Camino por esta Playa sola
pienso en ti
te busco
y no te encuentro
ni el la costanera florida
ni en esta playa llena de recuerdos,
y me refugio en la arena
y ella me habla de ti
de cuando me amabas
y de este lugar perdido del amor
y contemplo el cielo
te busco
y solo te siento
en mis recuerdos
cual condena de soledad
y al bajar la vista
contemplo la playa que nos cobijo
y a las frÃas olas
romper contra las rocas,
como mi alma a tu amor
y te adivino y te busco
y solo encuentro algas
y la frÃa arena del mar.
Caminando asà en la noche
Sergio Leclerc Fritz
​
Quieto se ha quedado mar
después de la borrasca
y ya no está la espuma,
que decoró a las rocas,
en su existencia fugaz.
Y mis huellas la borran la lenta marea,
cual trasparente verdugo del tiempo,
que señalan mi trunco caminar
Y camino
en el filo de la vida como la espuma
que se aferró,
a la arena
en un segundo fugas
y la noche se acerca como la muerte
Con su negro velo
que ya pareciera tocar
Y solo quedan
algunos ligeros reflejos,
de la tarde que muere como la espuma.
Y el silencio en su reino
sin trinos de pájaros,
sin el mormullo de olas
y siguen mis huellas, en esta playa desiertas
Marcando su tétrico tic tac,
que pronto las borrará el agua,
como un espejismo,
que estuvo,
al lado del mar.
Alma chilota
Sergio Leclerc Fritz
​
Soy el alma chilota,
la chumacera y el gualato,
la lancha y la tormenta,
soy la brisa y el mar.
Soy la poesÃa de mi tierra,
nacida entre mingas y montes
o en la proa de un lanchón
y he nacido isleña,
en el alma de Quellón.
Tengo sabor a tempestades,
flores, milcaos, murtas, curantos,
bosques, delfines y canelos.
Tengo gusto a hombre libre,
ojos de colono y piel de güilliche.
Tengo el alma trasparente como el cristal,
soy los poemas de mi tierra,
de mi amada isla chilota
de la Patagonia insular.
Cisne
Sergio Leclerc Fritz
​
Volaba grácil como las nubes,
cual brisa que mueve el trigo,
más bien como la espuma,
que vuela desde las olas.
Entre la niebla surgió,
al que las hadas llamaron cisne,
lo vi casi como pétalo,
casi velo, casi brisa,
casi nieve, casi aire,
casi algas, casi arena,
casi olas, casi luna.
Desapareció entre la lluvia
vaporosa de sueños,
el que trajo el firmamento.
Aún lo veo como nube,
como viento, como un sueño.
El último Zarpe
Sergio Leclerc Fritz
​
En mis ojos de iris claros
aun se divisa aquel brillo
de las bravas olas que
como un velo de novia,
agitaba su embeleso
de espuma y de mar.
Y en mi piel seca, de tormentas y soles
Los años Se pegaron en ella
como la vos del frio viento sur
que dice soledad, soledad.
Y mil puertos y mil mujeres, de rojas bocas
calmaban mis ausencias
y me decÃan, volverás,
eres fugas como la briza del mar.
Eternos mares azules me llaman
cual grumete ansioso de navegar
y alzare mis velas de mi barca
echa de bruma y olvido
subiendo el ancla del adiós
en el zarpe final.
Y partiré hacia el cenit
en un mar que no tiene fin
entre sirenas y delfines.
Y mi amada, desde el viejo muelle
agitará su mano, con un pañuelo blanco,
que como un albatros volará
para despedirme en la inmensidad.
Y ella, como siempre me dirá
no me dejes, no me dejes.
¡Oh! …el mar.
Solo con la lluvia
Sergio Leclerc Fritz
​
Aún no deja de llover dentro de mÃ
alma triste,
lluvia a veces tormentosa y frÃa,
otras tranquila y silenciosa.
Y a mi alma, sin esperanza,
solo la lluvia la acompaña
en la soledad de mi vida.
Sé que la lluvia no es mi enemiga,
y que en ella va el espÃritu de la vida.
Y la lluvia me acompaña,
para que mi alma
no este sola y vacÃa.
Y las gotas de lluvia suenan
como melancólica música compañera.
Por eso siempre miro al cielo,
y espero
siempre que llueva.
Hombre solo
Sergio Leclerc Fritz
​
Que murmullos trae viento
en estas la noches de invierno
cuando la llovizna cae sobre las ventanas
como espÃritu de soledad,
cuando las ramas de los arboles
acarician las casas
que silbaran sus hojas en su frio ulular
¿Qué cantarán los hombres solos,
que como las hojas
el viento. quisiera llevar?
Y el viento sigue llevándose las hojas
de los árboles castigados por existir
cual sombras de hombres
en soledades sin sol
pero aun asà amo la lluvia y el viento
y las hojas que acarician mi casa
las sombras y el frio invernal.
Éxtasis de soledad
Sergio Leclerc Fritz
​
1
Guaitecas
Refugio secreto del mar
donde barcos fantasmales
navegan en busca de marinos
para embrujarlos de ausencias
y de olvidos
2
Donde la luna duerme junto a las proas
corroÃdas por los gusanos del tiempo
de naufragios olvidados
3
Entre catedrales rocosas y algas marinas
en tormentas de soledades
donde afloran tristezas y recuerdos
entre nubes cargadas de mares
que explotan
cual olas del firmamento
4
Y en las Guaitecas lejanas
se escucha el clamor del viento
es el canto
quizás es un asceta
5
Que perdidos en los canales
alzan sus manos a la soledad
al compás de bravas olas
en un éxtasis de mar cielo y olvido
La Pincoya
Sergio Leclerc Fritz
​
En los dÃas menos pensados,
en las playas de Quellón,
una hermosa sirena
juega entre las olas
y el dÃa que se va.
De grandes ojos azules
como el mar,
de divinos labios,
algas como cabellos
y ágil cola de pez.
Es la encantadora Pincoya,
la que con sus cantos melodiosos,
embruja a los navegantes
envolviéndolos en su regazo,
de blanca espuma de mar.
En su escolta de honor
de lobos marinos, delfines y peces,
saltan alrededor de la roca,
y peinando sus cabellos,
descansa la oceánica doncella,
la bella Pincoya reina del mar.
Mares del olvido
Sergio Leckerc Fritz
En islas brumosas y lejanas,
sueñan los olvidados
amante del mar,
en sus locuras de sólo recuerdos,
Ahà se embriagan de mares y tormentas
entre aves y barcas perdidas,
en las cárceles del tiempo,
donde cantan las sirenas que sólo existen
para los que conocen la soledad de la vida,
habitando la muerte
entre cavernas y montañas de aguas,
donde vivieron pueblos extintos,
descansando sus huesos
entre el mar y las nalcas.
Ahà una luz puede ser una alma
o algún misterio de los profundos mares,
en las lejanas islas del amor y del olvido.
Y se escucha el canto de la nada
entre remolinos transparentes.
Y tormentosos cielos,
donde dan vueltas las almas
de los marinos perdidos.
El viento
Sergio Leclerc Fritz
​
¿Alguien alguna vez ha visto
al viento?
¡Pues, yo soy uno de ellos!
siempre lo veo en el vuelo de una
garza, o en alas de una mariposa.
También como
mueve los pétalos de las rosas,
a veces en las danzas
de los retoños del verde trigo,
en un milagro divino.
Y más frecuente en las olas del mar eterno,
siendo más evidente,
en el mástil de mi barca,
cuando navega gallardamente.
Algunas veces lo veo, con fuerza
desconocida, en las tormentas
que acompañan mi vida.
Y cuando lo veo en forma sin par,
es cuando acaricia los cabellos de mi
amada, de manera tierna y singular.
Por eso veo al viento que me acompaña,
como un espÃritu divino,
que a darme su hechizo vino,
para hacerme soñar.
